Acerca de la identidad y la oferta cultural y creativa que tiene lugar en Arica y Parinacota y cómo se vincula con el turismo y otros sectores productivos habla en entrevista con la Red Nacional de Territorios Creativos, Franco Rojas Carreño, gerente del Programa Transforma Turismo Arica Siempre Activa de Corfo.
- ¿Qué actividades marcan el desarrollo del ecosistema cultural y creativo en Arica?
El ecosistema cultural y creativo de la región de Arica y Parinacota se fundamenta en la fusión de tradiciones originarias, expresiones artísticas contemporáneas y una rica oferta gastronómica que se mantiene vigente a lo largo del año. Uno de sus pilares centrales es el Carnaval Andino con la Fuerza del Sol, celebrado cada verano, donde más de 17.000 bailarines y músicos se toman las calles para interpretar danzas provenientes de distintas comunidades andinas y afrodescendientes. Este carnaval, reconocido por su magnitud y colorido, no solo fortalece la identidad local, sino que también atrae a visitantes nacionales e internacionales, contribuyendo de manera significativa al desarrollo turístico.
Las festividades aymaras dan cuenta de un legado ancestral que sigue vivo en los pueblos cordilleranos y valles de la región. El Machaq Mara, o Año Nuevo Aymara, se celebra el 21 de junio para marcar el inicio de un nuevo ciclo agrícola. En localidades como Parinacota, Codpa y Visviri, las comunidades realizan ceremonias y ofrendas a la Pachamama y al Inti, en una manifestación de espiritualidad que combina rituales prehispánicos y prácticas de la religiosidad popular. Otro momento clave es el Martes de Ch’alla, que se desarrolla tras el Carnaval y consiste en bendecir hogares y proyectos futuros, acompañando el acto con música, danzas y platos típicos; esta costumbre integra tanto el ámbito rural como el urbano, reforzando los lazos comunitarios.
En paralelo, las celebraciones ligadas al sincretismo religioso y cultural tienen un gran arraigo en la región. La Fiesta de la Virgen del Rosario de Las Peñas, que se realiza en octubre y diciembre, convoca a miles de peregrinos que recorren senderos precordilleranos para rendir homenaje en el santuario de Livilcar. Durante el trayecto, se aprecian danzas como los Morenos de Paso y expresiones que ponen de manifiesto la convivencia de la tradición católica con elementos andinos. Algo similar ocurre en la Cruz de Mayo, un festejo que conjuga la devoción religiosa con rituales agrarios, donde la comunidad se congrega en torno a cruces dispuestas en cerros y quebradas para realizar ofrendas y cánticos colectivos.

[Fotografía superior: Fiesta Cruz de Mayo (Socoroma), gentileza @aricasiempreactiva]
La gastronomía aporta otro componente clave al ecosistema cultural, reflejando la herencia agrícola y culinaria de la región. El Festival del Choclo, en el poblado de Poconchile, releva la importancia de este cultivo en la dieta tradicional andina a través de degustaciones, talleres y exhibiciones de productores locales. En el Valle de Azapa, la Fiesta Costumbrista de la Integración Azapeña suma actividades donde la música, las danzas típicas y la cocina afrodescendiente y aymara se conjugan para reforzar la identidad compartida. Estos eventos contribuyen a dinamizar la economía local y a promover el turismo rural, al tiempo que dan continuidad a prácticas ancestrales de cultivo y producción de alimentos.

[Fotografía superior: Preparación de Guatia en poblado de Belén (precordillera de Arica y Parinacota), gentileza @aricasiempreactiva]
La artesanía y los oficios tradicionales también se visibilizan de manera constante en espacios como la Feria Jiwasan Markasa, que se lleva a cabo periódicamente en el Poblado Artesanal de Arica. Allí se congregan productores y artesanos de toda la región, ofreciendo textiles, cerámicas y trabajos en madera que reflejan técnicas y estilos heredados de antiguas generaciones. Este encuentro no solo impulsa la comercialización de bienes culturales, sino que también fomenta la transmisión de saberes y el fortalecimiento de la economía creativa.
En conjunto, estas manifestaciones—desde el gran carnaval urbano hasta las ceremonias rurales, pasando por festivales culinarios y ferias artesanales—otorgan dinamismo al ecosistema cultural y creativo de Arica y Parinacota. Su carácter recurrente y su relevancia para la comunidad local facilitan un intercambio cultural continuo, realzan la identidad multicultural de la región y aportan significativamente a la diversificación de la oferta turística, consolidando a este territorio como un destino atractivo para quienes buscan experiencias culturales auténticas y vivenciales.
- ¿Cómo se vinculan estas actividades con el turismo y qué porcentaje del turismo en Arica es de ese tipo?
Durante los primeros meses del 2024, la reactivación de festividades andinas, ferias tradicionales y encuentros culturales en Arica y Parinacota había superado los niveles prepandemia y del 2023, evidenciando un incremento en la llegada de visitantes motivados por vivencias culturales. De acuerdo con la Subsecretaría de Turismo, se estima que entre un 25% y un 28% de los viajeros nacionales arribados a la región en ese período lo han hecho con un interés principal en la cultura local, superando el 22% registrado en 2022. En el caso de los visitantes internacionales que ingresan mayoritariamente por el paso fronterizo Chacalluta y el Aeropuerto Chacalluta, la misma fuente indica que alrededor de un 30% de ellos se clasifica como turista cultural o vivencial, lo que implica un aumento en comparación con el promedio de 18% a 20% observado en 2019.

[Fotografía superior: Carnaval Andino con la Fuerza del Sol, crédito Danilo Castillo (NOLASCO / NOLASCODG) – Corporación Municipal Costa Chinchorro]
Este fenómeno se vincula directamente con la creciente relevancia de la economía naranja en Chile, impulsada por artistas, artesanos y productores que han diversificado la oferta cultural a través de mercados, ferias y festivales de distinta índole. Según el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, el fortalecimiento de estas industrias creativas ha dinamizado la participación de emprendedores locales en iniciativas ligadas no solo al turismo de tipo patrimonial, sino también a experiencias de deporte y aventura, wellness y recorridos por entornos naturales. Es posible encontrar, por ejemplo, propuestas que combinan trekking arqueológico en las rutas del Qhapaq Ñan con talleres de gastronomía andina o rutas de cicloturismo que finalizan con muestras de danza y música tradicional.

[Fotografía superior: Trecking poblado de Molinos a estación Ferroviaria Central (Valle de Lluta), gentileza @aricasiempreactiva]
Asimismo, organizaciones gremiales de la región han constatado que este interés cultural está estrechamente relacionado con un mayor consumo en alojamientos, restaurantes y transporte, generando un encadenamiento económico significativo para la región. Muchos de los eventos culturales se han integrado a la oferta de sol y playa, la cual sigue siendo un atractivo relevante, pero que ahora se complementa con actividades rurales, comunitarias y vivenciales en valles y poblados cordilleranos.
Con miras a 2025, tanto las autoridades locales como las organizaciones gremiales proyectan un alza sostenida en el número de viajeros atraídos por la riqueza cultural y creativa de Arica y Parinacota. Se espera que, de consolidarse iniciativas mixtas —que incluyan tradiciones patrimoniales, prácticas deportivas, circuitos de descanso y una presencia activa de las comunidades—, el turismo cultural supere de manera constante el 30% del total de visitantes. Estas perspectivas dan cuenta de la transformación que está experimentando la región, al integrar su herencia multicultural con alternativas turísticas más amplias, sostenibles e innovadoras.
- ¿Qué brechas o desafíos se pueden observar?
Aunque la vinculación entre cultura y turismo muestra signos positivos, persisten varios desafíos. En términos de infraestructura, existe la necesidad de contar con más espacios (abiertos como cerrados) acondicionados para presentaciones artísticas, ensayos y exhibiciones permanentes, especialmente en zonas rurales donde la oferta cultural es menos visible, donde una posibilidad es el trabajar en la puesta en valor de los sitios arqueológicos mediante la implementación de una red de museos de sitios que puedan ser co-administrados por las comunidades locales y apoyo de las instituciones públicas. Asimismo, la conectividad representa un obstáculo en localidades alejadas de la capital regional, dificultando el transporte de visitantes y artistas.
Otro aspecto crucial es la formación y profesionalización de quienes gestionan los eventos culturales. Si bien se han realizado capacitaciones a través de programas gubernamentales y convenios con universidades, todavía se requiere mayor continuidad y alcance para fortalecer habilidades en áreas como marketing, finanzas y producción de espectáculos. A lo anterior se suma la falta de datos estadísticos actualizados sobre el perfil de turistas interesados en cultura, lo cual dificulta la elaboración de planes estratégicos a mediano y largo plazo.
Finalmente, la escasez de alianzas público-privadas consolidadas y la dependencia de fondos estatales limitan la sostenibilidad de algunos proyectos, planteando la necesidad de diversificar las fuentes de financiamiento y de generar redes de cooperación con el sector privado.
- Arica es miembro de la Red Nacional de Territorios Creativos, red que componen 13 territorios a lo largo de Chile que sitúan la cultura y la economía creativa al centro del desarrollo local, para aportar a la agenda de desarrollo sostenible de Chile. Si pudieran regalar algún aprendizaje o alguna experiencia a los otros territorios, ¿qué quisieran entregar? y ¿qué quisieran aprender de otros?
La experiencia de Arica dentro de la Red Nacional de Territorios Creativos ofrece ejemplos valiosos de cómo integrar la identidad cultural en la economía local y generar instancias de participación comunitaria. Como aprendizaje para compartir, destaca la articulación transfronteriza con Perú y Bolivia, dada la condición limítrofe de la región. Festivales binacionales de danza, ferias gastronómicas y la cooperación en torno a la ruta del Qhapaq Ñan han permitido no solo atraer turismo internacional, sino también reforzar lazos culturales que trascienden fronteras administrativas.
Otro aporte relevante se ve en la valoración de las culturas originarias en contextos urbanos. Arica y Parinacota ha fomentado la presencia de expresiones andinas y afrodescendientes en espacios céntricos de la ciudad y en eventos masivos, generando una mayor visibilidad de los grupos históricos que habitan en la región. Esta convivencia entre ciudad y ruralidad se convierte en un ejemplo de cohesión social y de conservación viva de tradiciones.
Por su parte, la región busca aprender de otros territorios en relación con la incorporación de tecnología e innovación para difundir y comercializar la producción cultural. Ejemplos de buenas prácticas incluyen marketplaces digitales de artesanía, plataformas de streaming para presentaciones escénicas y el uso de realidad aumentada en la interpretación de patrimonio, como lo son las experiencias de Qiri, empresa regional de puesta en valor del patrimonio mediante el uso de herramientas tecnológicas. Además, sería de gran utilidad conocer experiencias exitosas en modelos de colaboración público-privada y mecanismos de financiamiento mixto que permitan sostener proyectos de largo alcance y a la vez involucrar a actores locales, nacionales y extranjeros.
En conjunto, estos intercambios apuntan a reforzar el papel de la cultura como eje de desarrollo sostenible, promoviendo tanto la protección del patrimonio como la innovación creativa, e impulsando una economía inclusiva que beneficie a las comunidades de la región y del país.
– Por María José Hess Paz